Webinar: Tendencias pedagógicas y socio-emocionales para atender NEE en entornos virtuales.
Siembra buenas ideas en los niños, aunque no las entiendan… Los años se encargarán de descifrarlas para su comprensión y hacerlas renacer en su corazón.
MARÍA MONTESSORI
Introducción
Es esencial conocer el funcionamiento del cerebro al aprender, sin embargo es imprescindible ser capaces, también, de adaptar a cada estudiante un proceso en el que seamos nosotros, como educadores, capaces de establecer la relación curricular. De hecho, la ciencia puede ayudarnos a ponernos en los zapatos de nuestros alumnos para conseguir el equilibrio en el proceso de enseñanza – aprendizaje. Para lograrlo, no basta con sólo sustentar esta idea en bases Neurocientíficas, ni con idear proyectos extracurriculares, sino que, además, debemos mezclar este saber en nuestro quehacer docente diario con los contenidos curriculares, para garantizar que el niño pueda y quiera aprender. Porque no podemos olvidar la finalidad de la educación que es generar aprendizaje para la vida, potenciando el conocimiento en todos los sentidos, por supuesto dando vital importancia al área socioemocional, y, además, enseñar las asignaturas o disciplinas a lo largo de su periodo educacional, y es ahí donde precisamente algo está fallando.
Tal como dice Blakemore, «sabemos un poco de lo que pasa en el cerebro cuando aprendemos, pero casi nada sobre lo que pasa en el cerebro cuando enseñamos». Es por esto que planteamos un modelo de enseñanza o metodología que, partiendo desde la Neuroeducación, en concreto la neurociencia, nos apoye como educadores a definir el perfil de cada estudiante (estadio evolutivo, desarrollo neuropsicológico, tipo de inteligencia o estilo de aprendizaje, entre otros). A partir de esto, seremos capaces de aplicar estrategias específicas adaptadas a sus necesidades individuales, gestionando de forma correcta tanto los contenidos de cada asignatura como los contenidos o curriculum oculto (motivación, refuerzo, etc). El modelo metodológico que queremos ayudar a desarrollar está basado en el cerebro y se origina desde la necesidad de incluir el conocimiento que nos aporta la neurociencia en una metodología global y en estos momentos en un ambiente virtual, que nos permita intervenir simultáneamente los procesos de todos nuestros alumnos básicamente en cualquier tarea o proyecto. Es por eso que desarrollar habilidades socioemocionales que permitan a nuestros alumnos gestionar de manera efectiva sus vidas es imprescindible.
De acuerdo a lo anterior, no olvidar que en los colegios se trabajan una serie de contenidos curriculares, que se sustentan en el avance progresivo del conocimiento, de una asignatura determinada distribuidos a lo largo de toda su educación.
Lo que nosotros como Pedagogía digital esperamos con nuestras intervenciones, desarrollo pedagógico y trabajo en base a herramientas digitales es generar habilidades para la vida y afianzar las bases sobre las que puedan sustentarse futuros aprendizajes, ya que el conocimiento necesario para asumir todos estos retos con éxito, tanto socioemocionales como académicos, no pueden ser improvisados, ir desarrollando poco a poco y de forma progresiva, hábitos, disciplina y esfuerzo. El problema surge cuando debes atender dentro de la misma aula al que quiere aprender y al que no, al que puede hacerlo y al que no, y además al alumno que, por sus altas capacidades, requiere una atención especial para mejorar o al que tiene alguna necesidad educativa específica. La solución está en establecer los conocimientos que nos aporta la neurociencia en nuestro día a día dentro de la asignatura que enseñemos, adaptar toda nuestra forma de enseñar para que todos puedan aprender a su propio ritmo en la misma aula, por supuesto, sin olvidar que las emociones deberían estar en la educación como la sal en la comida, siempre presentes, hacerlas notar, y ayudarnos a transmitir conocimientos en un ambiente seguro, en el que el niño se sienta motivado para querer aprender e intentar superar los obstáculos que se encuentre en el camino, como por ejemplo ahora que está aprendiendo desde su casa.
Cambio metodológico
“El conocimiento que nos aporta la neurociencia quedaría incompleto sin un modelo global que garantice una atención individual dentro del aula inclusiva”.
La importancia de infusionar la neurociencia en el currículo. Ser EDUCADOR es hacer que 35 niños, o más, que sólo quieren jugar te escuchen y que además aprendan. Si bien es verdad que no todos van a ser científicos, ni ingenieros, ni investigadores, entre ellos están los cerebros más dotados, que quién sabe si descubrirán algún día la solución para el alzhéimer o el cáncer. En esa misma aula también estarán los futuros maestros, carpinteros o albañiles, que serán tremendos profesionales en su área. Y no olvidar a aquellos a los que estudiar no les interesa, porque nuestras aulas son reflejo de nuestra sociedad. Sin embargo, la belleza de esta diversidad está precisamente en las diferencias; y eso implica que todos tienen derecho a aprender y a ser atendidos en sus necesidades. El problema es que hay algo que no estamos haciendo bien para atender a esta nueva realidad.
Todo esto plantea una reflexión sobre la realidad de nuestras aulas porque, al igual que en la sociedad, se han producido grandes cambios que hacen que nuestros alumnos tengan ahora nuevas necesidades. De entre ellas cabe destacar especialmente el tremendo impacto del uso de las tecnologías en el aprendizaje, o la facilidad de acceso a casi cualquier cosa online. La cuestión es que probablemente nunca antes había sido tan difícil ser profesor. Sin embargo, hoy daremos algunas claves para adaptarnos a esta nueva situación, ayudaremos a incorporar el conocimiento que nos aporta la neurociencia a una pedagogía y didáctica que nos permitan enseñar y aprender con todo nuestro potencial a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo y, sobre todo, hacerlo desde la experiencia directa en clase presencial y online.
Neuroeducación + Práctica docente
Para establecer esta unión entre ciencia y docencia, aunque los nuevos avances científicos pueden ayudarnos, la aplicación práctica no puede basarse sólo en la teoría, ya que desde la investigación científica hasta la realidad del aula hay un gran trecho, siendo finalmente el profesor el que debe integrar en el aula el conocimiento que nos aporta la ciencia sobre la herramienta que usamos para aprender: el cerebro.
Para conseguirlo, el profesor debe tener un conocimiento básico sobre su funcionamiento que incluya desde las características evolutivas de la etapa en la que enseñamos hasta las necesidades específicas de cada persona, y que tenga en cuenta que todos somos diferentes y, en consecuencia, nuestra forma de aprender también lo es (Caballero, 2017).
De la misma manera, es imprescindible que conozcamos las características de aquellos alumnos con necesidades educativas especiales para atender la neurodiversidad en el aula. Porque no es lo mismo un niño con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad, que un niño con síndrome de Asperger, dislexia o con altas capacidades, ni tampoco el cerebro de un niño que acaba de llegar de otro país y no sabe nuestro idioma o el de un niño que ha sido estimulado desde pequeño. Además, el profesor o educador actual debe ser capaz de controlar ciertos mecanismos atencionales y motivacionales, porque enseñar y aprender empieza por atender; sin embargo, para lograrlo no sólo hay que querer, sino también saber cómo hacerlo. Debemos tener en cuenta el cambio desde el concepto tradicional de inteligencia, entendida como algo aislado e inalterable, hasta los nuevos modelos que la definen como diferentes tipos de inteligencias que pueden ser modificadas. También debemos prestar especial atención al desarrollo de las funciones ejecutivas, sin olvidarnos de los aspectos inconscientes del aprendizaje. Todo esto nos permitirá desarrollar a nuestros estudiantes en todas sus facetas, adaptándonos a su perfil individual. Pero nada de esto estaría completo si sólo nos basamos en la atención individual, ya que el ser humano es de naturaleza social, y es en la sociedad donde se realiza plenamente. De hecho, recomendamos incluir el trabajo en grupo como herramienta fundamental en el aula y tratar de hacerlo en las clases que se desarrollen también de manera online.
Neuroeducación + Práctica docente = Cambio de metodologías
La educación actual está en un momento de cambio en el que cada teoría, cada escuela y cada profesor apuestan por un método diferente. De hecho, son muchas las escuelas que se han especializado en el método Montessori o se han convertido en referente del buen uso de las inteligencias múltiples, otras lo hacen incluyendo el trabajo cooperativo o el ABP. Mientras tanto, algunas apuestan por los huerto educativo como medida de cohesión social, por el trabajo con robótica o haciendo una revista escolar y, otras veces, dependiendo del momento, incluimos la gamificación o el aprendizaje invertido, entre un laaaargo etcétera. La realidad es que muchos de ellos funcionan perfectamente y son grandes ejemplos de buenas prácticas educativas. Sin embargo, en nuestro caso, creemos que la escuela necesita un cambio metodológico más profundo, basado en la unión de neurociencia y práctica docente, que nos permita mantener una línea común independientemente del trabajo que estemos llevando a cabo. Este webinar está hecho con toda dedicación para ser un aporte en su desarrollo profesional y en sus prácticas pedagógicas, apoyar con asesoría, Alfabetización digital y uso de herramientas tecnológicas interactivas con el fin de potenciar sus metodologías con uso de tecnología educativa, o bien, crear otras nuevas con el objetivo claro de atender la diversidad de estudiantes con los que nos encontraremos a lo largo de nuestro camino profesional.
Carmen Pizarro Z.
Fundadora de Pedagogía digital Chile
carmenpizarro@pedagogiadigital.cl
+56963467560